Prospección de uranio en Bolivia
Leí con mucha atención y entusiasmo los anuncios
para reiniciar proyectos de exploración de uranio en Bolivia, como parte
de un programa integrado de energía nuclear, cuyo objetivo final será
la instalación de un reactor de potencia en el departamento de La Paz.
Estas noticias me dan la oportunidad de tomar un momento para
reflexionar sobre los avances en la exploración de uranio en Bolivia
durante los últimos 48 años.
Historia. En 1969, el
Departamento de Materias Primas de la Comisión Boliviana de Energía
Nuclear (Coboen), compuesto por un grupo de profesionales jóvenes
entrenados en Argentina, Brasil, España y Francia (del cual me siento
privilegiado haber sido parte), inició la búsqueda de minerales
radioactivos en el país.
Casi de inmediato se
produjo el descubrimiento de la primera ocurrencia radioactiva en el
área de Sevaruyo (Oruro). Este descubrimiento fue el inicio de los
trabajos de prospección de uranio en rocas volcánicas de la formación
Los Frailes, donde se descubrió el depósito de uranio de Cotaje y otras
ocurrencias uraníferas menores.
Cotaje es un
depósito muy peculiar, porque allí la mineralización es controlada por
un sistema de fracturas. Esta peculiaridad llamó la atención de muchos
científicos extranjeros, especialmente franceses, japoneses y alemanes.
En la década de 1970 se hicieron labores preliminares de exploración
para estudiar la potencialidad de la cantera. En ese tiempo, los
resultados mostraron un depósito con poco significado comercial. Otra
actividad complementaria en Cotaje fue el estudio experimental para la
obtención de concentrados de uranio (yellow cake) empleando un proceso
químico clásico como es el heap leaching (lixiviación) estático. Los
resultados de estos experimentos fueron promisorios.
En 1979, otro esfuerzo importante en la búsqueda de depósitos
uraníferos en áreas adyacentes a Cotaje fue la prospección aérea,
empleando un helicóptero Lama de la FAB (Fuerza Aérea Boliviana), en el
que se instaló un equipo de detección de radioactividad. Técnicos de
Coboen volaron alrededor de 100 horas en prospección detallada teniendo
como base el campamento de Cotaje. Los resultados de este trabajo no
mostraron anomalías radioactivas similares a Cotaje, sin embargo, la
información serviría a los estudios geoquímicos del área.
Paralelamente a los estudios indicados, Coboen también trabajó en otras
áreas y, por razones presupuestarias, solo en el occidente del país.
Aun así, el resultado de estos trabajos fue la identificación de un
número importante de anomalías radioactivas y ocurrencias de uranio y
thorio, muchas de las cuales podían justificar más exploración.
COOPERACIÓN. Los trabajos señalados anteriormente solo pudieron
materializarse con la cooperación de la Agencia Internacional para la
Energía Atómica (AIEA) y otros países amigos, especialmente Francia. La
AIEA, como agencia de Naciones Unidas, ayudó con la donación de equipos
de prospección, movilidades, asistencia de expertos y becas para la
formación de los recursos humanos de Coboen; Francia, esencialmente con
becas a su Comisariato de Energía Atómica no solo a ingenieros, sino
también a otros técnicos medios. El presupuesto del Tesoro (General de
la Nación) fue para gastos de salarios, insumos y la adquisición de
algún equipo.
En 1983 se cierra Coboen y se
transfiere a Geobol (Servicio Geológico de Bolivia) toda la información
generada por su Departamento de Materias Primas; desde entonces, no se
conocen avances significativos de prospección o exploración. Sin
embargo, hubo avances muy importantes en el mejor conocimiento geológico
del país, un ejemplo son los estudios básicos de geoquímica,
petrografía, estratigrafía y otros producidos por diferentes
organizaciones nacionales e internacionales. Asimismo, la AIEA, en los
últimos años ha publicado numerosos informes sobre depósitos de uranio,
sus características geológicas y distribución geográfica, creando una
base de datos de acceso inmediato para los países miembros.
Desafíos. Un programa de prospección y exploración de uranio en el país
requerirá enfrentar un conjunto de desafíos; entre otros, la formación
de recursos humanos y el acceso a tecnología, financiamiento y
regulaciones ambientales.
La AIEA es uno de los
organismos más importantes en la formación de recursos humanos para la
industria nuclear, cuenta con programas de becas para universidades y
otros centros de enseñanza, como también facilita visitas a depósitos de
uranio de otros países. Éste fue el caso en Coboen. Asimismo, países
amigos como Francia, Argentina y Brasil pueden ser excelentes aliados en
esta materia por su desarrollo en la industria. Se deben especializar,
esencialmente, a geólogos, geofísicos y químicos, quienes orientarán con
el marco teórico en las diferentes etapas de prospección y
exploración.
Conclusiones. Las lecciones aprendidas
por Coboen demuestran que incluso trabajando en áreas limitadas, y con
conocimiento geológico escaso, fue posible descubrir ocurrencias y
manifestaciones de uranio en el país. Hoy existe mejor información
geológica básica y mejor conocimiento de los depósitos de uranio, lo que
posibilitaría una valoración más precisa del origen de los potenciales
recursos uraníferos en el país.
Otra idea sería
trabajar de la forma más cercana posible con países amigos que usan
estas tecnologías, incluyendo la IAEA, que llegaría a ser un
participante de gran importancia. Por último, la garantía de los
recursos financieros hace la diferencia para que un proyecto de esta
magnitud sea exitoso.
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