Movilidad sostenible en ciudades: Cómo Nueva York mejora su red verde
Williamsburg Bridge, New York – Foto: Ramón Zamora
Durante mi estancia en Nueva York en 2011 y 2012 tuve la oportunidad
de vivir en uno de los barrios que mayor transformación urbana ha
sufrido en los últimos años. Se trata de Williamsburg,
una antigua zona industrial de Brooklyn privilegiadamente situada a
orillas del East River. Antiguas fábricas y almacenes han ido
reconvirtiéndose poco a poco en espacios diáfanos de creatividad, donde
jóvenes de todas las nacionalidades desarrollan start-ups y todo tipo de ideas innovadoras. Estas incubadoras de talentos dan vida al barrio a la vez que demandan nuevas formas de comunicación con el resto de la ciudad. Uno
de los lugares que más llamó mi atención fue el puente de Williamsburg,
una gran estructura colgante que une Brooklyn y Manhattan.Atravesado por una media de 6.100 ciclistas al día en 2012, el puente de Williamsburg en Nueva York es uno de los corredores urbanos más transitados mediante movilidad sostenible en el continente americano. En los últimos 25 años ha experimentado un incremento del tráfico en bici del 800%, convirtiéndose en una gran arteria verde que funciona 24 horas al día, 7 días a la semana. Pero esto no siempre fue así. ¿Qué retos tuvo que enfrentar y qué lecciones podemos aprender?
Approach to the Williamsburg Bridge Circa 1903 NYPL
Diseñado a finales del siglo XIX con caballos y carruajes en la
mente, el puente de Williamsburg incorporaba carriles para tranvía y
amplios corredores para bicicletas y peatones que reforzaban la
comunicación entre Brooklyn y Manhattan. Cabe recordar que fue el puente
más largo del mundo durante 25 años, con 2,22 km de longitud. Pese a la llegada del automóvil, el puente mantuvo las pasarelas reservadas para peatones y bicicletas,
totalmente separadas del tráfico motorizado, ofreciendo seguridad y
unas hermosas vistas de la ciudad y del río. Sin embargo, las pasarelas
fueron cayendo en desuso a finales del siglo XX debido a la inseguridad,
y quedaron totalmente inaccesibles al tránsito de bicicletas debido al
gran deterioro de la estructura.
East Promenade, Williamsburg Bridge Circa 1906 – Rotograph
Afortunadamente, la iniciativa ciudadana y el grupo local Transportation Alternatives lograron
el apoyo necesario para restaurar estas pasarelas y reabrirlas al
público. Durante los años 90, el Departamento de Transporte de la Ciudad
de Nueva York invirtió más de 600 millones de dólares en el puente para
hacerlo seguro otra vez, incluyendo 6.5 millones de dólares en mejoras a
la senda peatonal y de bici. Sin embargo, la ciclovía aún contaba con
una gran barrera: 83 escalones del lado de Manhattan obligaban a los
ciclistas a interrumpir su marcha y cargar con sus bicicletas, lo cual
era un impedimento para muchas personas. Más tarde, en 2002, el empeño
de los ciclistas por hacer el trazado accesible para todos empujó a la
ciudad a hacer una nueva ronda de reformas importantes, eliminando los
83 escalones y sustituyéndolos por dos grandes rampas a ambos lados del
puente. La nueva ruta supuso una gran mejora sobre la vieja y permitió a muchas personas volver a moverse en bici entre Brooklyn y Manhattan. Hoy en día el camino es más ancho, con amplias zonas de giro y con mayor iluminación.
Williamsburg Bridge, New York – Foto: Ramón Zamora
Junto con otros hitos de urbanismo sostenible en Nueva York, como la peatonalización parcial de Broadway Avenue o la creación del High Line Park,
el puente de Williamsburg constituye un excelente ejemplo de
recuperación de espacios públicos para los ciudadanos que deciden
moverse de forma sostenible. La demanda ciudadana por nuevas infraestructuras que permitan a las personas desplazarse a pie o en bici no para de crecer.
Durante la última década, la red de bicicletas de la ciudad se expandió
por cinco. Los residentes ahorran 19 mil millones de dólares al año
gracias al uso de transporte alternativo. Si el 10% de los pasajeros de
Nueva York comenzara a ir a trabajar en bicicleta o a pie una vez a la
semana, se ahorrarían 60.000 toneladas de CO2 al año. Cada automóvil que
entra en Manhattan causa un total de 3,26 horas de retraso a otros
conductores, el equivalente a $ 160/dia.
Williamsburg Bridge, New York – Foto: Ramón Zamora
No estaría de más comenzar a pensar en nuevas infraestructuras que
refuercen la conexión entre los barrios de las ciudades, y de paso, con
sus parques. No hablo de meras ciclovías discriminadas al borde del
tráfico motorizado, sino de verdaderas autopistas verdes donde todo el
espacio quede para los que deciden moverse de forma sostenible y segura.
Hoy en día están de moda los sistemas de bicicletas compartidas, pero
faltan infraestructuras seguras y de calidad que transmitan a los
ciudadanos valores de sostenibilidad. Imagina una verdadera red de corredores verdes que permitan desplazarse de lado a lado de la ciudad de manera cómoda, gratuita y saludable, cuidando
el medio ambiente, sin problemas de congestión, junto a la naturaleza y
personas que comparten la misma visión de la ciudad que tú:
sostenibilidad y calidad de vida. Estamos hablando de las venas verdes de las ciudades.
Concepto de corredores verdes en las ciudades – Ramón Zamora
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ciudad? ¿Hay algún tema que te gustaría que desarrolle en futuros posts?
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gracias.
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